Yoga Sūtras
Aforismos sobre Yoga de Patañjali
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Actualizado:
abril 2024
Pātañjalayogaśāstra
(sadā jñātāś cittavṛttayas tatprabhoḥ puruṣasyāpariṇāmitvāt)
193. Sin embargo, para puruṣa, el objeto es la mente
misma. Los procesos
mentales siempre son conocidos, a causa de la inmutabilidad de puruṣa, que es su dueño.
194. Si puruṣa, fuese cambiante como la mente, entonces los procesos
mentales serían objetos como por ejemplo los sonidos para la mente, es decir
conocidos y desconocidos. Puesto que la mente siempre es conocida por puruṣa, se infiere que puruṣa es inmutable.
Vyāsa — Yoga-Bhāṣya (s. V.)
4.18(193): yasya tu tad eva cittaṃ viṣayas tasya—
Sin embargo, para él (puruṣa), el objeto es la mente misma.
सदा ज्ञाताश्चित्तवृत्तयस्तत्प्रभोः
पुरुषस्यापरिणामित्वात्॥१८॥
sadā
jñātāś cittavṛttayas tatprabhoḥ puruṣasyāpariṇāmitvāt
Los procesos mentales siempre son conocidos, a causa de la
inmutabilidad del “sí-mismo-esencial”, que es su dueño
(Traducción propia)
(Otras traducciones)
Vyaas
Houston |
Las vṛtti-definiciones de citta-el campo son siempre conocidas, debido a la inmutabilidad de puruṣa-el sí mismo, que es dueño de ellas (citta-vṛtti) |
Georg
Feuerstein |
Las fluctuaciones de la conciencia son siempre conocidas por su “superior”, a causa de la inmutabilidad del Sí-mismo |
Christopher
Chapple y Yogi Ananda Viraj |
Las fluctuaciones de la mente son siempre conocidas debido a la inmutabilidad de su dueño, puruṣa |
P.
V. Karambelkar |
A causa de la inmutabilidad de puruṣa, las citta-vṛttis (las modificaciones funcionales de citta) se vuelven conocidas para (este puruṣa, que es) su dueño |
James
Haughton Woods |
Ininterrumpidamente, el dueño de éste [complejo mental] conoce las fluctuaciones del complejo mental [y así] el Sí-mismo no sufre cambios |
Emilio
García Buendía |
Las fluctuaciones de la mente consciente (son) siempre conocidas por la inmutabilidad de su señor, de la consciencia pura |
Oscar
Pujol |
Los procesos mentales son siempre conocidos, ya que el puruṣa, el señor de estos procesos, es inmutable [y por lo tanto siempre consciente] |
Chip Hartranft |
La pura conciencia siempre conoce los patrones de la mente, es su suprema e inmutable testigo |
Vocabulario
sadā jñātāḥ citta-vṛttayaḥ tat-prabhoḥ
puruṣasya apariṇāmitvāt
citta-vṛttayaḥ (las fluctuaciones de la mente) sadā (siempre son) jñātāḥ (conocidas) apariṇāmitvāt (a causa de la inmutabilidad) puruṣasya (del “sí-mismo-esencial”) tat-prabhoḥ (que es dueño de ellas)
sadā: (indecl)
siempre, continuamente.
jña (jñātāḥ): (f,
nom, pl) conocidas, sabidas.
citta-: mente, razón, inteligencia, conciencia; 1)
sensación, aquello que es percibido, aquello sobre lo que la mente se fija; 2)
mente o conciencia en su totalidad, como conjunto de todas sus actividades y
funciones; 3) la sede, el órgano, el conjunto de las funciones, actividades,
procesos intelectivos, volitivos y emocionales del individuo; 4) se compone de
intelecto (buddhi, asmitāmātra), conciencia de existencia individual (asmitā, ahaṃkāra) y mente sensible (manas); 5)
es similar al concepto de instrumento interno (antaḥkaraṇa) en el sāṃkhya y el vedānta).
vṛtti
(vṛttayaḥ): (f, nom, pl) modificaciones, giros, fluctuaciones; 1) remolinos,
torbellinos; 2) procesos o actividades.
tad- (tat-): de esos, de ellos, de aquellos, suyo.
prabhu (prabhoḥ): (m, gen, sg) del superior, del dueño, del amo.
puruṣa
(puruṣasya): (m,
gen, sg) del “sí-mismo-esencial”; 1) de lo que se asimila al observador o sujeto de las
experiencias (dṛṣṭa), a la auténtica naturaleza o naturaleza humana
esencial (ātman), a la conciencia-energía o poder que subyace a la
conciencia (citiśakti) y al ser
interior (adhyātma); 2) de lo que lo que permanece consciente reflejándose a sí mismo (pratisaṃvedin) en el intelecto (buddhi).
apariṇāma (apariṇāmitvāt): (n, abl,
sg) a causa de la inmutabilidad, es decir, debido a no experimentar
cambio alguno.
Otras
variaciones del texto original:
sadā jñātāścittavṛttayastatprabhoḥ
puruṣasyāpariṇāmam
Vyāsa — Yoga-Bhāshya (s.
V.)
4.18(194): yadi cittavat prabhur api puruṣaḥ pariṇameta,
tatas tad-viṣayāś citta-vṛttayaḥ
śabdādi-viṣayavaj jñātājñātāḥ
syuḥ | sadājñātatvaṃ tu manasas tat-prabhoḥ puruṣasyāpariṇāmitvam
anumāpayati ||18||
Si el dueño, es decir puruṣa, fuese cambiante como la
mente, entonces sus objetos —los procesos mentales—
serían objetos como por ejemplo los sonidos para la mente, es decir conocidos y
desconocidos. Puesto que la mente siempre es conocida por puruṣa, se infiere que (el “sí-mismo-esencial”) es inmutable.
—Según el
yoga, la mente es sólo materia; por tanto la mente no puede desear. El impulso
viene de algo más profundo. La percepción pasa por la mente (II.23);
así que la calidad de percepción depende del estado de la mente. El Veedor ve a
través de la mente. El papel de todo lo que vemos no es para servir a la mente,
sino para servir al Veedor. Eso incluye a la misma mente, puesto que la mente
es parte de la materia (II.21). La
percepción siempre se efectúa a través de la mente. El estado de percepción
depende del estado de la mente. El único momento en que no hay percepción es
cuando se está en sueño profundo (realmente se trata de un tipo de samādhi tamásico). El Veedor: hay algo que sabe lo que está pasando. La mente
y el cuerpo cambian a lo largo de la vida, pero hay algo constante que observa
el cambio y sigue su patrón. Normalmente no somos conscientes del Veedor porque
hay algo entre ambos. Podemos ser conscientes del Veedor si/cuando la mente se
llena de Él (von Romberg, Margo “https://sanskritdocuments.org/sites/athayoga/sutra_ch4phn.html“).
—Es
interesante observar que el modo en el que se afirma que se conoce la ausencia
de modificaciones por parte de la auto-consciencia (puruṣa) es por medio de una inferencia (anumāna), no por percepción directa (García Buendía, Emilio “El yoga como sistema filosófico”, pag. 452).
—A causa de la
inmutabilidad (apariṇāmitvāt) de puruṣa, que posee la capacidad (latente o inmanifiesta) de
producir conciencia, es la norma general de referencia con la cual los vṛttis son adjudicados a citta en
su totalidad. Este tema se explica en el sūtra, donde puruṣa se menciona como el dueño de citta y sus vṛttis, un supervisor imparcial o testigo de las
actividades o modificaciones funcionales de citta. Puruṣa puede, por tanto, observar estos cittavṛttis sin implicarse en ellos y así conocerlos en su totalidad
(Karambelkar, Dr. P.V. “Pātañjala Yoga Sūtra”, pag. 548).
Bhoja — Rāja-Mārtanda
(1018-1060)
||4.18||
yā ētāścittasya
pramāṇaviparyayādirūpā vṛttayastāstatprabhōścittasya grahītuḥ puruṣasya sadā sarvakālamēva jñēyāḥ,
tasya cidrūpatayā.pariṇāmāt
pariṇāmitvābhāvādityarthaḥ.
yadyasau pariṇāmī syāttadā
pariṇāmasya kādācitkatvātpramātustāsāṅ
cittavṛttīnāṅ sadā jñātatvaṅ nōpapadyēta.
ayamarthaṅ -- puruṣasya cidrūpasya sadaivādhiṣṭhātṛtvēna
vyavasthitasya yadantaraṅgaṅ
nirmalaṅ sattvaṅ
tasyāpi sadaivāvasthitatvādyēna yēnārthēnōparaktaṅ bhavati tathāvidhasyārthasya sadaiva
cicchāyāsaṅkrāntisadbhāvastasyāṅ
satyāṅ siddhaṅ
sadā jñātṛtvamiti na kadācitpariṇāmitvāśaṅkā.
Las
modificaciones de la mente, como por ejemplo las caracterizadas por la
percepción, el error, etc., son siempre y en todo tiempo conocidas por el
“sí-mismo-esencial”, que las gobierna, y que es el conocedor de la mente,
porque éste, bajo su aspecto del intelecto puro (cit)
no está sujeto a los cambios, pues en él está ausente la condición de la
mutabilidad. Este es el sentido. Si fuera capaz de experimentar cambios,
entonces, puesto que todo cambio es ocasional, no se lograría la constante
capacidad de conocimiento de aquellas modificaciones de la mente. El sentido es
el siguiente. La cualidad pura (sattva) y
sin mancha, está íntimamente relacionada con el “sí-mismo-esencial” (puruṣa)
bajo su aspecto de intelecto puro (cit),
el cual permanece siempre en su función de principio gobernante; al ser teñida
por uno u otro objeto debido a que ella también permanece siempre, se da el
hecho real de transmitirse a ella el reflejo (chāyā)
del intelecto puro. Siendo esto así, queda demostrado que la condición de
conocedor existe siempre, y nunca pueden existir dudas en lo que respecta a que
esto esté sujeto a cambios.
nanu cittamēva
yadi sattvōtkarṣātprakāśakaṅ
tadā svaparaprakāśakatvādātmānamathaṅ
ca prakāśayatīti tāvataiva
vyavahārasamāptēḥ kiṅ grahītrantarēṇētyā
śaṅkāmapanētumāha
Ahora
bien, si la mente misma, bajo el predominio de la cualidad pura, es la que
ilumina, entonces, debido a su capacidad para iluminarse y para iluminar a
otros, podría iluminarse tanto a sí misma como al objeto; de manera que el
proceso (del conocer) quedaría ya completado. ¿Para qué, entonces, pensar en
otro conocedor?
Śaṅkara
Bhagavatpāda — Yoga-Bhāṣya-Vivaraṇa (s. XIV)
Existe la percepción directa de los procesos mentales y resulta
incuestionable que siempre son conocidos como objetos. Además los procesos
mentales al ser percibidos de forma directa, se recuerdan como habiéndose
conocido directamente, como por ejemplo un jarrón, y no bajo el conocimiento
que puedan proporcionar la autoridad o la inferencia. Igualmente se conocen de
forma exacta sus formas y nunca son objeto de duda. Si no fuesen percibidos
directamente entonces, igual que los objetos exteriores, algunos aparecerían
dudosos de vez en cuando. Pero, realmente, nunca tenemos dudas sobre ellos.
Objeción: aun así, si un objeto se conoce completamente en un momento
determinado, se dice que se comprende.
Respuesta: ningún proceso mental sucede si no se conoce por medio de la
percepción directa. Tampoco podría deducirse a partir de un resultado, porque
no podría asegurarse tal resultado. Puesto que lo que es dudoso no puede ser un
objeto, y los procesos mentales son recordados de forma absoluta, en sí mismos,
independientemente de cualquier objeto, resultan siempre directamente
percibidos. Son el iluminador, instrumento y manifestador del que percibe, como
una luz. No es que exista duda (en su percepción) por medio de los ojos o de
otro órgano de los sentidos; también existe ahí percepción directa. Igual que
las cosas como los jarrones son conocidas gracias a una iluminación especial,
los sonidos resultan conocidos por el oído gracias a una especial “luz” propia, y así con el resto de los sentidos y sus objetos. No
puede argumentarse que como no se conoce de forma aislada no se trata de un
caso de percepción directa. Los rayos de dos lámparas se mezclan entre sí de
forma inseparable sin que podamos discriminarlos y, aun así, no podríamos decir
que no se los percibe directamente. De la misma forma, un sentido como la vista
mantiene una relación recíproca con la luz externa que le corresponde y no se
conocen de manera aislada; tampoco puede afirmarse que no exista percepción
directa en este caso. Quien niegue que los procesos mentales son percibidos de
forma directa con toda seguridad también se niega a sí mismo, pues toda
percepción depende de algún proceso mental, y la “luz” de una percepción de forma depende de alguna idea. El
conocimiento y el desconocimiento de conceptos generales como el sonido debe
entenderse como movimientos de la mente cambiante; de la misma forma, la
comprensión e incomprensión de los objetos de los sentidos corresponde a
cambios en los sentidos. La proposición es que puruṣa es
inmutable; la razón es que sus objetos son siempre conocidos; el ejemplo de lo
contrario lo constituyen la mente y los sentidos. Puesto que aquí se está
tratando de un perceptor de objetos, tampoco sirve para rebatir nuestro
argumento el poner como ejemplo a un sí-mismo liberado, pues en este caso no
hay objetos.
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