Yoga Sūtras
Aforismos sobre Yoga de Patañjali
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Actualizado:
agosto 2025
Pātañjalayogaśāstra
(sthānyupanimantraṇe saṅgasmayākaraṇaṃ
punar aniṣṭaprasaṅgāt)
168.
Estar bien considerado socialmente o por seres superiores no debe ser
causa de orgullo o apego, pues pueden volver a surgir inclinaciones
indeseables.
169.
Existen cuatro clases de yoguis: (i) el principiante; (ii) el
intermedio; (iii) el que posee la luz del conocimiento trascendente; y (iv) el
que ha pasado más allá de lo que puede practicarse. De
estos, el primero es aquel en quien ha aparecido la luz de la percepción
excepcional y está dedicado a su práctica; el segundo se encuentra en el camino
correcto hacia el conocimiento intuitivo lleva consigo la verdad; el tercero ha
conquistado los sentidos, retiene firmemente todo lo que ha logrado y posee los
medios para seguir progresando. El cuarto es quien ha superado
todas las prácticas y cuyo único objetivo ahora es la reversión de la mente.
Este posee la intuición trascendental de siete pasos. De
ellos, es el brahman quien ha
accedido de forma directa al estado intermedio, cuya pureza es contemplada
(envidiada) por los dioses celestiales y a quien ellos atraen hacia sus reinos.
“¡Noble Señor! Toma asiento aquí
y se feliz. El placer y las mujeres son deliciosos. Este elixir previene la
vejez y la muerte. Aquí tienes un carro volador y allí un árbol de los deseos.
El río celestial mandākinī,
los seres perfectos y los grandes sabios, todos te dan sus bendiciones; las
ninfas son complacientes sin igual. La visión y el oído son divinos, y el
cuerpo como el diamante. Tus especiales virtudes, Noble Señor, han merecido
todo esto. Acepta esta alta posición que no se marchita, siempre fresca,
inmortal y amada por los dioses”.
169170. Invitado de esta forma, se debe reflexionar
sobre el aspecto negativo de esta asociación: “¡Chamuscado por las llamas del saṃsāra,
oscilando entre nacimientos y muertes, he conseguido la lámpara del yoga que
destruye la ceguera de las impurezas. Los aires de las cosas sensuales,
matrices del deseo, son su enemigo.
170. ¿Cómo podría, entonces, yo que he
visto su luz, extraviarme por el milagro de estos objetos de los sentidos, y
convertirme yo mismo en combustible para el fuego abrasador del saṃsāra que lo alimente de
nuevo? Adiós a los objetos irreales, perseguidos por
lastimosas criaturas!” Así,
confirmado su objetivo, se debe efectuar samādhi
en ello. Renunciando a toda asociación con los habitantes del
cielo, no se debe sentir orgullo , pensando que es deseable incluso para los
dioses. Si gracias a ese orgullo se siente seguro, olvidará que la muerte le ha
enganchado ya por el cabello, y casi sin darse cuenta —siempre en guardia contra ello— volverá a acrecentar las causas de aflicción con sus indeseables
consecuencias.
Evitando esa asociación y sentimiento de orgullo, lo
que ya ha sido practicado se vuelve firme, y lo que aún no lo ha sido se
presenta listo para su conquista.
स्थान्युपनिमन्त्रणे
सङ्गस्मयाकरणं
पुनरनिष्टप्रसङ्गात्॥५१॥
sthānyupanimantraṇe saṅgasmayākaraṇaṃ
punar aniṣṭaprasaṅgāt ||51||
Estar bien considerado [socialmente o]
por seres superiores no debe ser causa de orgullo o apego, pues pueden volver a
surgir inclinaciones indeseables
(Traducción propia)
(Otras traducciones)
Vyaas
Houston |
Respecto a invitaciones de los elevados, (no debería ser) causa de atracción u orgullo, a causa de renovadas e indeseadas inclinaciones |
Georg
Feuerstein |
Respecto a invitaciones de [seres] elevados, [no debería ser] causa de apego u orgullo, a causa de [el peligro de] renovadas e indeseadas inclinaciones [hacia niveles inferiores de existencia] |
Christopher
Chapple y Yogi Ananda Viraj |
No hay posibilidad de apego u orgullo con respecto a la invitación de aquellos bien establecidos, a causa de repetidas asociaciones con lo indeseable |
P.
V. Karambelkar |
Con invitaciones de los dioses menores y de otros seres celestiales (para recibir honores y aceptar de ellos agradables regalos) (habrá una gran probabilidad de) apego (hacia éstos) y (inclinación hacia) el auto-enaltecimiento; (por tanto, el yogui debe) rechazar éstas (invitaciones) debido a la posibilidad del peligro (de caer nuevamente en la red de la tentación que conduce a la implicación mundana) |
James
Haughton Woods |
En caso de invitaciones de seres elevados, ello no debe ser causa de apego u orgullo, pues pueden volver consecuencias indeseables |
79. Phulgenda
Sinha |
Respecto a ser invitado y bienvenido por un anfitrión, se debe evitar la satisfacción y la jactancia, puesto que podría causar malestar en futuros contactos |
Emilio
García Buendía |
En caso de invitación de los que ocupan un lugar elevado (esto) no debe ser causa de apego ni de soberbia por la inclinación hacia (apetencias) indeseables una vez más |
Oscar
Pujol |
Ante la invitación de los dioses no cabe ni el afecto ni el orgullo, pues [se brinda] la oportunidad de una nueva desgracia |
Chip Hartranft |
Aunque este elevado estado sea atractivo, hay que evitar el apego y el orgullo, de lo contrario, volverá a surgir el sufrimiento |
Vocabulario
sthāni-upanimantraṇe
saṅga-smaya-akaraṇaṃ punar aniṣṭa-prasaṅgāt
sthāni-upanimantraṇe (estar bien considerado por los superiores), saṅga-smaya-akaraṇaṃ (no debe ser causa de orgullo o apego), punar-aniṣṭa-prasaṅgāt (a causa de renovadas inclinaciones indeseables)
sthānin (sthāni-): buena posición, posición
elevada.
upanimantraṇa
(upanimantraṇe): (n,
loc, sg) ofrecimiento, llamada, invitación, 1)
consideración social positiva.
saṅga-: apego, atracción; 1)
dependiente o afectado por algo; 2) relacionado o asociado
con algo.
smaya-: orgullo, soberbia,
altivez; 1) sonrisa, sorpresa, asombro.
akaraṇa (akaraṇaṃ): (n, nom, sg) ausencia de acción, no ocasionar o dar origen a algo.
punar-: (indeclinable) repetido,
renovado, de nuevo, además, por tanto; sin embargo, no obstante.
aniṣṭa-: no
buscado, indeseado, no escogido.
prasaṅga (prasaṅgāt): (m, abl, sg) a causa de la inclinación, debido a la tendencia, por el deseo.
Otras
variaciones del texto original:
svāmyupanimantraṇe saṅgasmayākaraṇaṃ
punaraniṣṭaprasaṅgāt
Vyāsa — Yoga-Bhāṣya (s. V.)
3.51(169): catvāraḥ khalv
amī yoginaḥ | prathama-kalpiko madhu-bhūmikaḥ
prajñā-jyotir atikrānta-bhāvanīyaś ceti |
Existen
cuatro clases de yoguis: (i) el principiante (prathamakalpika); (ii) el intermedio (madhubhūmika); (iii) el que posee la luz del conocimiento
trascendente (prajñājyotis); y (iv) el que ha pasado más allá de lo que puede practicarse (atikrāntabhāvanīya).
3.51(169): tatrābhyāsī pravṛtta-mātra-jyotiḥ
prathamaḥ | ṛtambhara-prajño dvitīyaḥ |
bhūtendriya-jayī tṛtīyaḥ | sarveṣu
bhāviteṣu bhāvanīyeṣu kṛta-rakṣā-bandhaḥ
kṛta-kartavya-sādhanādimān |
De estos, el
primero es aquel en quien ha aparecido la luz de la percepción excepcional (I.36)
y está dedicado a su práctica; el segundo se encuentra en el camino correcto
hacia el conocimiento intuitivo que lleva consigo la verdad (I.48); el tercero ha
conquistado los sentidos, retiene firmemente todo lo que ha logrado y posee los
medios para seguir progresando.
3.51(169): caturtho yas tv
atikrānta-bhāvanīyas tasya citta-pratisarga eko’rthaḥ |
sapta-vidhāsya prānta-bhūmi-prajñā |
El cuarto es
quien ha superado todas las prácticas y cuyo único objetivo ahora es la
reversión de la mente. Este posee la intuición trascendental de siete pasos (II.27).
3.51(169): tatra madhumatīṃ
bhūmiṃ sākṣāt-kurvao brāhmaṇasya
sthānino devāḥ sattva-śuddhim anupaśyantaḥ
sthānair upanimantrayante—bhoḥ ! ihāsyatām
iha ramyatāṃ, kamanīyo’yaṃ
bhogaḥ | kamanīyeyaṃ kanyā | rasāyanam idaṃ
jarā-mṛtyū bādhate | vaihāyasam idaṃ yānam
amī kalpa-drumāḥ, puṇyā mandākinī,
siddhā maharṣayaḥ, uttamā anukūlā apsaraso,
divye ṛotra-cakṣuṣī, vajropamaḥ kāyaḥ |
sva-guṇaiḥ sarvam idam upārjitam āyuṣmatā |
pratipadyatām idam akṣayam ajara-sthānaṃ devānāṃ
priyam iti |
De ellos, es
el brahman quien ha
accedido de forma directa al estado intermedio, cuya pureza es contemplada
(envidiada) por los dioses celestiales y a quien ellos atraen hacia sus reinos.
“¡Noble Señor! Toma asiento aquí
y se feliz. El placer y las mujeres son deliciosos. Este elixir previene la
vejez y la muerte. Aquí tienes un carro volador y allí un árbol de los deseos.
El río celestial mandākinī, los seres perfectos y los grandes sabios, todos te
dan sus bendiciones; las ninfas son complacientes sin igual. La visión y el
oído son divinos, y el cuerpo como el diamante. Tus especiales virtudes, Noble
Señor, han merecido todo esto. Acepta esta alta posición que no se marchita,
siempre fresca, inmortal y amada por los dioses”.
—Se refiere aquí al yogui que es tentado por seres elevados y que, en
consecuencia, necesita fijar su mente firmemente en la meta del aislamiento.
Según Vyāsa, el yogui que
es tentado así es aquel que ha alcanzado la experiencia del camino verdadero de
sabiduría (ṛtaṃbharaprajñā) en saṃprajñātasamādhi (Feuerstein, George “Encyclopedic Dictionary of Yoga”).
—En caso de recibirse invitaciones de los que ocupan altas
posiciones, ellas no deben ser causa de apego o de orgullo, porque de lo
contrario producirán consecuencias indeseables. “Quienes
ocupan altas posiciones” son los dioses, que no son
omnipotentes sino, en realidad, inferiores al yogin perfecto. Son meramente
seres muy favorecidos, pero enzarzados en placeres: en los placeres de sus
circunstancias celestes, superlativamente favorables (Zimmer, H. “Filosofías de la India”).
—Entre los cuatro tipos de yoguis, el neófito no es
apto para recibir la invitación de los dioses. Los dos últimos ya han logrado
respectivamente el dominio sobre los elementos y los sentidos, además de un
elevado desapego. Por tanto, es razonable que sea solo el segundo tipo, el que
ha logrado el conocimiento cargado de verdad, quien reciba tal invitación
(Yardi, M. R., “The Yoga of Patañjali”, pag. 231, citando a Vācaspati Miśra).
3.51(169170): evam abhidhīyamānaḥ
saṅga-doṣān bhāvayet ghoreṣu | saṃsārāṅgāreṣu
pacyamānena mayā janana-maraṇāndhakāre
viparitvartamānena kathañcid āsāditaḥ
kleśa-timira-vināśo yoga-pradīpaḥ | tasya caite tṛṣṇāyonayo
viṣaya-vāyavaḥ pratipakṣāḥ |
Invitado de esta forma, se debe reflexionar sobre el aspecto negativo
de esta asociación: “¡Chamuscado por las llamas del saṃsāra, oscilando
entre nacimientos y muertes, he conseguido la lámpara del yoga que destruye la
ceguera de las impurezas. Los aires de las cosas sensuales, matrices del deseo,
son su enemigo.
3.51(170): sa khalv ahaṃ
labdhālokaḥ katham anayā viṣaya-mṛgatṛṣṇāyā
vañcitas tasyaiva punaḥ pradīptasya saṃsārāgner
ātmānam indhanīkuryām iti |
¿Cómo podría,
entonces, yo que he visto su luz, extraviarme por el milagro de estos objetos
de los sentidos, y convertirme yo mismo en combustible para el fuego abrasador
del saṃsāra que
lo alimente de nuevo?
3.51(170): svasti vaḥ svapnopamebhyaḥ
kṛpaṇa-jana-prārthaīyebhyo viṣayebhya ity evaṃ
niścita-matiḥ samādhiṃ bhāvayet |
Adiós a los
objetos irreales, perseguidos por lastimosas criaturas!” Así, confirmado su objetivo, se debe efectuar samādhi en ello.
3.51(170): saṅgam akṛtvā
smayam api na kuryād evam ahaṃ devānām api
prārthaīya iti | smayādayaṃ susthitaṃ-manyatayā
mṛtyunā keśeṣu gṛhītam ivātmānaṃ
na bhāvayiṣyati |
Renunciando
a toda asociación (con los habitantes del cielo), no se debe sentir orgullo,
pensando que es deseable incluso para los dioses. Si gracias a ese orgullo se
siente seguro, olvidará que la muerte le ha enganchado ya por el cabello,
3.51(170): tathā cāsya
cchidrāntara-prekṣī ānāṃiaṃ yatnopacaryaḥ
pramādo labdha-vivaraḥ kleśānuttambhayiṣyati | tataḥ
punar aniṣṭa-prasaṅgaḥ,
y casi sin
darse cuenta —siempre en
guardia contra ello— volverá a acrecentar los
impedimentos con sus indeseables consecuencias.
—La tentación de aceptar la consideración social, consecuencia de
los conocimientos adquiridos por saṃyama debe ser superada. De otro modo, uno se enfrenta a
las mismas consecuencias desagradables que proceden de todos los obstáculos que
se levantan a lo largo de la vía que conduce al estado de Yoga (Desikachar, TKV
“Yoga-sūtra de Patañjali”).
3.51(170): evam asya saṅga-smayāvakurvato
bhāvināṃto’rtho dṛḍhībhaviṣyati
| bhāvanīyaś cārtho’bhimukhībhaviṣyatīti
||51||
Evitando esa
asociación y sentimiento de orgullo, lo que ya ha sido practicado se vuelve
firme, y lo que aún no lo ha sido se presenta listo para su conquista.
Bhoja — Rāja-Mārtanda (1018-1060)
||3.51||
catvārō yōginō bhavanti. tatrābhyāsavānpravṛttamātrajyōtiḥ
prathamaḥ. ṛtaṅbharaprajñō dvitīyaḥ.
bhūtēndriyajayī tṛtīyaḥ.
atikrāntabhāvanīyaścaturthaḥ. tatra caturthasya
samādhēḥ prāptasaptavidhaprāntabhūmiprajñō
bhavati. ṛtaṅbharaprajñasya dvitīyāṅ
madhumatīsaṅjñāṅ bhūmikāṅ sākṣātkurvataḥ
sthāninō dēvā upanimantrayitārō bhavanti
divyastrīrasāyanādikaṅ ḍhaukayanti
tasminnupanimantraṇē nānēna saṅgaḥ kartavyaḥ,
nāpi smayaḥ, saṅgakaraṇē punarviṣayabhōgē
patati, smayakaraṇē kṛtakṛtyamātmānaṅ
manyamānō na samādhāvutsahatē. ataḥ saṅgasmayayōstēna
varjanaṅ karttavyam.
Hay cuatro
clases de yoguis. El primero es el que se encuentra en la etapa de la práctica,
y para quien la luz se ha puesto tan sólo en movimiento. El segundo es aquél
cuyo entendimiento es portador de la verdad. El tercero es el que ha
conquistado los elementos y los sentidos. El cuarto es aquél que ha sobrepasado
la contemplación (atikrāntabhāvanīya). Para este cuarto tipo, que conoce y ha obtenido
el último de los siete estadios del énstasis, mirando con sus propios ojos (sākṣāt) el estadio final cuyo nombre técnico es “el dulce como la miel”,
para él, los bien situados, es decir, los dioses, se convierten en halagüeños
tentadores, y le ofrecen mujeres divinas, el elixir de la inmortalidad, etc.
Ante tales invitaciones tentadoras, es preciso no mostrar aceptación, ni
tampoco admiración. Al aceptarlas, se cae de nuevo en el disfrute de los
objetos de los sentidos. Al admirarlas, pensando haber logrado aquello mismo
que se quería conseguir, no se persevera en el énstasis. Por tal razón, debe
evitarse tanto su aceptación como su admiración.
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